Recuerdos cruzados

Yo creí que caminaba, pero al ver los demás entendí que sólo me desplazaba. Como todos, iba buscando el rostro que coincida con mi recuerdo. La búsqueda podía durar unos instantes o una eternidad. Millones de almas se paseaban, todas iguales; se espiaban unas a otras, siempre en la búsqueda de su par para terminar el solitario recorrido, mientras iban soñando vidas nuevas.

Teníamos memoria sólo para lo que pasaba durante la búsqueda. Y para el recuerdo que seleccionamos en el purgatorio. Ese recuerdo era lo único que nos unía con el mundo terrenal, y era lo único que nos podía hacer volver, solo que no sabíamos cuando sería, si sucedería o no.

Entre nosotros nos comunicábamos, aunque no puedo decir que hayamos conversado ya que no necesitábamos mirarnos y menos aún pronunciar palabras. Sólo sentíamos un mensaje y dejábamos nuestra respuesta en la esencia del otro, mientras los inexistentes sentidos descansaban con una música extraña y hermosa, unos relajantes colores de formas sinuosas, nubes que olían a hortensias y con aire puro y simple.

Algunas almas se marchitaban, como un jazmín fuera de su tierra, y era porque eligieron mal el recuerdo; se quedaron con el de alguien sin destino blanco, y se arrastraban autistas, disociadas, mutantes y sin sentido.

Yo seguía deambulando, flotando por aquí y por allá, cruzándome con otros, comparando mi recuerdo con cada espectro, hasta que te sentí. En un momento estuvimos juntos, no tengo en claro si frente a frente, o uno en el otro. El cielo se nubló repentinamente y mis sordos gritos atronaron las nubes que lloraron lágrimas de un sentimiento sin nombre.

Mi recuerdo me permitió reconocerte; sólo faltaba confirmar la coincidencia, el cruce de recuerdos que nos daría la nueva vida, nos arrojaría a un nuevo destino y nos empujaría a senderos diferentes; caminos que en algún punto se cruzarían.

En el medio de la tormenta y entre gritos ahogados sucedió. Dejaste en mí una fotografía que era un espejo de mi pasado, y te devolví mi recuerdo, que era también tu recuerdo. Ahora sí, tendríamos la fortuna de visitar la tierra en el mismo tiempo físico. Sin notarlo, tu imagen se había esfumado, y la mía también.

En algún lugar del mundo dos bebes están dando su primer grito, la continuación del llanto celestial iniciado antes. Por ahora, ambos somos conscientes de todo, pero a medida que aprendamos a expresarnos con los medios terrenales, iremos perdiendo conciencia de nuestros orígenes. Y así llegará un día en el que, sin explicación aparente, cuando el destino nos ponga frente a frente sabremos que, en lo alto, los dos fuimos uno, y nos volveremos a unir.

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