Verdad, consecuencia ó sincera-miento

Después de siglos de mentiras, los ciudadanos optaron por un gobernante que basara su plataforma sólo en verdades. Enarbolando la honestidad y aborreciendo la mentira, el ocultamiento y el silencio, proponía construir un mundo mejor, con la ayuda y el sinceramiento de todos.

Llevó sólo veinticuatro horas la votación, que algunos realizaron desde sus relojes, otros desde sus centros de comunicación (equipos que unían voz, video y texto), y los más anticuados desde una computadora en sus hogares.

La asunción también fue rápida ya que no era necesario desplazarse para tomar decisiones. Las primeras medidas fueron inmediatas y sus resultados revolucionarios.

"Para comenzar una sociedad basada en la honestidad y la verdad, debemos sincerarnos con todos nuestros pares. Hoy mismo comenzamos esa etapa, en la que instamos a todos los ciudadanos a que de manera espontánea quiten de su ser los secretos y mentiras que oscurecen su alma, creando así, los cimientos de una nueva sociedad, y plantando la semilla del entendimiento y el amor fraternal entre todos."

Durante dos meses hubo un enorme revuelo: se confesaron engaños amorosos, complots comerciales, pequeños robos en los lugares de trabajo y otras fechorías menores. Los resultados fueron dispares: algunas parejas —muy pocas— se fortalecieron, la mayoría se separó; algunas empresas se debilitaron y otras aprovecharon la situación; muchos empleados fueron echados y otros ascendidos.

Como sucede con los grandes cambios, los perjudicados empezaron a quejarse. Reclamaban al gobierno soluciones, pues ellos habían sido sinceros, eran el modelo de la sociedad que buscaban, y estaban solos, sin trabajo y señalados por los demás como mentirosos. Finalmente, el reclamo se centró en algo que desde el principio algunos sospechaban: no todos los ciudadanos se sinceraron, y quienes evitaron contar sus trampas lo hicieron para sacar beneficio al conocer la verdad ajena.

El gobierno, que estaba dispuesto a llegar al fondo de la transformación, tomó una medida totalmente inesperada: creó el "Centro de Difusión de la Verdad". Inicialmente se dudó de su capacidad para resolver un problema global y particular a la vez, pero su accionar fue efectivo y causó estragos.

El CeDVe, en sólo tres semanas, aún no se supo con qué tecnología, develó todos los secretos que alguna vez estuvieron en medios de comunicación públicos o privados. Las personas recibieron llamados telefónicos sólo para oír una conversación de sus parejas con su eventual amante. Los directivos de empresas recibieron e-mails desde el CeDVe con copias de acuerdos o sobornos llevados adelante por sus empleados. Otros veían videos de sus amigos o familiares burlándose o hablando mal a sus espaldas.

Fue entonces cuando llegó el caos. Prácticamente todos los ciudadanos habían sido perjudicados en alguna forma por este masivo descubrimiento de mentiras ocultas. Y si bien al principio no fue fácil organizarse, puesto que ninguno confiaba en el otro por su fama de farsante, poco a poco la gente mostró su descontento. Había una total parálisis en la sociedad. Quedaba poca gente dispuesta a trabajar, o pocos empleadores dispuestos a contratar gente. Los hogares estaban desapareciendo. La gente no se comunicaba. El amor era más un riesgo que un disfrute. El sexo se hizo sucio y ni una simple conversación podía mantenerse por temor a incurrir en una falta que luego sería develada.

De forma espontánea, en pequeños grupos que se comunicaban por señas, la gente salió a protestar a las calles. No había una sola plaza vacía; en todas, la multitud reclamaba soluciones reales y, los más radicales, pedían la eliminación del CeVDe.

Por supuesto que el gobernante tuvo que dar una respuesta. Su holograma apareció a lo alto de cada concentración y, con gran soltura, desde su casa, dijo:

—Siempre fuimos conscientes de que el proceso sería difícil. Sabemos bien que el cambio es duro; sabemos bien lo que están pasando; y estamos poniendo a punto las medidas que nos llevarán a construir nuevas relaciones entre todos, siempre con la verdad como premisa. El CeVDe es independiente del gobierno, funciona automáticamente y avisará a quien corresponda cuando alguien falte a la verdad. Seamos pacientes, lo mejor está por venir.

La gente se retiró a sus hogares con amargura. Le pareció haber oído las palabras de un político de los viejos, los que gobernaban con mentiras disfrazadas de verdades benévolas. Pero, ¿de qué manera enojarse frente a ello si todos estaban quejándose por haber sido descubiertos como mentirosos? La contradicción logró amainar la rebeldía de la gente, aunque las mentes no cesaron de trabajar.

Como tampoco dejó de trabajar el CeVDe, cuyo sistema descentralizado de computadoras se cayó por sobrecarga, cuando el organismo tuvo que mostrar, a cada ciudadano que asistió a la plaza, un holograma con las verdaderas palabras detrás del discurso del gobernante.

Recién en ese momento vino la revolución, ¡la verdadera! Porque no todas las mentiras son iguales. Con algunas, no se juega.


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