A la caza de la casa

¡Riiing! ¡Riiiiiiing!
Conocía ese timbre más que a su propia voz. Treinta años viviendo en el mismo barrio de Buenos Aires, en esa casa que casi fue rematada, y que ahora estaba llena de soledad. Desde que Oscar falleciera, hace dos años, Ana quedó inmersa en una oscura depresión de la que recién ahora estaba saliendo gracias al tiempo y la ayuda psicológica.

Los perros ladraban a lo lejos y el timbre volvía a gritar la urgencia del llamado.
¡Riiiiiiiiiiiiiiiiiiiing!
-¡Ya va! ¡Ya va!

Ana quitó la traba, dio vuelta la llave y empujó la puerta hacia dentro de la casa. Cuando lo vio sus ojos se desorbitaron. La imagen venía del pasado, pero ahora lo tenía frente a frente, como tantas veces. Sin soltar el picaporte dio un paso atrás y las piernas dejaron de responderle. Todo se hizo gris, un zumbido tapó sus oídos y terminó en el suelo. Oscar, que seguía siendo gordo, pesado y torpe, la ayudó a incorporarse del repentino desmayo y la llevó al sofá.

-¡¿Cómo puede ser?! ¡Vos! –Ana no entendía si estaba delirando, soñando, o si realmente Oscar había revivido.
-Entiendo Any, que verme te sorprenda. Pasaron casi dos años –Oscar hablaba con parsimonia y seguridad, sin dejar de mirar los ojos de ella.
-¿Qué pasó? ¿Dónde estuviste? -Los días grises, la sensación de que nada más importa, el dinero abundante pero la dolorosa falta de compañía, todo volvía a la mente de Ana-. ¡Yo estuve tan mal...!
-Any, yo te di mi palabra; nadie nos quitaría nuestro nidito de amor, ¡éste es nuestro hogar! –dijo Oscar, mientras movía las manos, enérgico.
-¡No me mientas! -Como un balde de agua fría el entendimiento cayó sobre Ana-. ¡Fingiste todo! Y yo acá... ¡llorando por vos!
-Lo importante es que ahora estamos juntos, que salvamos la hipoteca y tenemos el dinero del seguro.
-¡Sos una basura! –Ana gritó enfurecida. Hacía minutos estaba asombrada, quizá hasta contenta de verlo nuevamente; y ahora que veía sus reales intereses, Oscar estaba muriendo por segunda vez, ahora frente a sus ojos.
-¡Por favor Ana! Estuve fuera del país dos años, lejos tuyo; ¡yo también sufrí! –Ana se puso de pié y caminaba sin despegarle la mirada-. Ahora tenemos que aprovechar el tiempo. Te propongo mudarnos a Panamá: con la venta de la casa y la plata del seguro ¡estaremos bárbaro!
-¡Ya veo que lo único que te interesa es la plata!
-No Any, quiero que estemos juntos.
Ana se inclinó hacia él y con las manos en la cintura le gritaba, le reclamaba:
-¡Quedáte acá entonces! ¿No hablábas de esta casa como nuestro nidito de amor?
-Acá estoy muerto Any. En Panamá tengo una identidad, podemos empezar de nuevo.
-No en la clandestinidad. Blanqueá tu situación y luego nos sentamos a charlar. Si no haces vos la denuncia, la hago yo.
-Eso no te conviene Ana. Fuiste la única beneficiaria de mi muerte.
-¡No pienso ser parte de este infame chantaje! ¡Andáte ya mismo! Viví todo este tiempo sin vos, ¡puedo seguir haciéndolo!
-¿Estás con alguien no? ¿Es por eso?
-¡Andáte ya!
-Si, ya vas a tener noticias mías. Esta casa aún me pertenece y el seguro también. ¡Voy a recuperar todo!

A pesar de la advertencia, Ana fue a la comisaría a efectuar la denuncia. Con una sonrisa contenida, el oficial se desentendió del tema:
-¿Su marido? ¿Pero si murió hace dos años? Quizá le convenga ver a un psicólogo, en estos casos...
Sin dejarlo terminar, Ana fue a la compañía de seguros, donde sí la escucharon. Preguntaron todos los detalles de la extraña visita, otros de cuando vivían juntos y algunos del período en que Oscar no estuvo. Iniciaron una investigación. La compañía fue querellante y Ana declaró como testigo el mismo día en que viajaba.

Dos meses después, radicada en su nueva casa, se enteraba que finalmente Oscar fue apresado y luego juzgado por fraude y falsificación de documentos. Y que esa semana vencía el plazo para pagar fianza y evitar la prisión.

La casa estaba llena de luz y de vida. Quedaba en Palmas de Mallorca y desde allí se veía el mar. Fue costosa, pero con la venta de la vieja casa y el dinero del seguro resultó sencillo encontrar un buen lugar para vivir.

4 Comments:

  1. Anónimo said...
    hola walter un amigo me recomendo tu blogg para leer y la verdad es que no me arrepiento para nada.
    que sepas que te lee mucha gente amigos mios,y sobre todo amigos de la lectura.sigue asi por que ya estoy esperando tu actualizacion.
    un abrazo

    De Un Gran Lector Tuyo
    Anónimo said...
    hola de nuevo walter mi grupo de lectura y yo estariamos deseosos de que sacaras un libro de lectura sobre la psicologia en el deporte ya que tengo entendido que juegas a la raqueta
    un abraza de un gran admirador de tu gran lectura
    Walter Pascual said...
    Muchas gracias por sus comentarios!
    Respecto del libro de psicología en el deporte, si lo que buscan es específicamente para tenis, les recomiendo "Tenis Inteligente" de Murray. Es excelente el planteo integral que hace del deporte y ayuda muchísimo en el aspecto mental.
    Encontrarán más información en el foro en el que participo, www.lawebdeltenis.com (ahi soy el usuario Verde)
    GRACIAS
    Anónimo said...
    hola walter
    la verdad es que comparto contigo muchas cosas
    ¡¡¡¡¡¡incluso el tenis!!!!!!!
    bueno la verdad es que yo no necesito un libro de pscologia ya que soy bastante paquetillo.
    pero un amigo si que me comento algo,asi que no tardare en decirselo.bueno un saludo y esperando tu nueva actualizacion que tengo unas ganas
    gracias a ti que res el que me entretienes con tu gran escritura.

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