Más allá de la vida

El locutor del “Certamen Anual de Baile” anunció eufórico:

-Ahora, la pareja ganadora del último año se presenta a revalidar su título, algo que ninguna pareja logró hasta ahora.

Luz y Marcos se miraban fijamente, ambos separados por la pista, esperando el momento de comenzar la danza final. La cabeza de ambos era un cine con imágenes y sonidos corriendo a alta velocidad. Luz miraba a los ojos a Marcos y recordaba los primeros momentos, cuando jugaban en la plaza siendo niños, luego en el colegio haciendo las tareas juntos...

-En este torneo los vimos bailar rock, swing y jazz obteniendo excelente puntaje, y ahora...

Marcos no paraba de sonreir y frente a el pasaban las primeras clases que tomaron juntos. Como poco a poco encontraron complicidad, miradas, gestos corporales, todo lo necesario para crecer y convertirse en afortunados que trabajan de lo que aman.

-...los veremos bailar su ritmo preferido: la salsa.

Las palmas sonaron fuertes, continuas y se fueron apagando como un chaparrón. Los bailarines estaban nerviosos pero no lo demostraban. Era lógico, era una hazaña muy grande la que podían lograr, pero había algo más, algo especial. Los dos habían intentado decirse algo. Él con seriedad, ella con nerviosismo. Fue después de un ensayo y Marcos puso el dedo índice sobre sus labios rosados. Ella lo abrazó fuerte y entendió el mensaje. Sería después del show.

La música comenzó a sonar. El bongo comenzó marcando el son y los pasos de la pareja iban al encuentro. Llevaban los ojos atados con una soga y al tiempo que empezaba la campana a marcar el ritmo se tomaron las manos. Las figuras eran hermosas, los movimientos lentos y pausados, largos y sincronizados. Parecía el mar acariciando la playa, y ellos seguían sonriendo, seguían recordando, seguían imaginando lo que vendría después.

Cuando luego de un sibiel la enrolló en sus brazos aprovechó para decirle: -Disfrutá mucho este baile, será el último.

Luz no entendió bien, pero siguió prestando atención a la música, al monótono son, al piano cansino, a los enérgicos timbales y también, para no pensar en nada más y evitar que alguna lágrima se escapara por el rostro y termine en la pista, a la letra de la música.

...y por que me tomas fuerte así las manos, y tus pensamientos me van llevando

Terminaron el shine y Luz presionó con una fuerza innecesaria la mano de Marcos. Quería saber que significaba su críptico y sorprendente mensaje. Hasta ahora siempre fueron amigos, demasiado cercanos para cualquier amistad. Muchos años de mutua compañía. Era claro que algo más había entre ambos, y que el diamante saldría a la superficie luego de romper las diferentes capas de piedra de ensayos, de giras, de certámenes y la gran final del mundo.

Luz tenía planeado gritarle “Te amo” y besarlo hasta que alguno de los dos quede sin aliento, justo al terminar el baile de salsa. Y pensó, si supuso que quizá Marcos se adelantaba, pero esto era muy diferente del “te amo” que en su cabeza oyó cada vez que mentalmente repasaba la coreografía.

...Tú no piensas que es lo justo ver pasar el tiempo juntos.

Vino un quiebre y ese era el momento. Marcos sabía que ella quería una respuesta, pero era solo un segundo y llegó a decir: -No es bueno que me ames, disfrutemos ahora....

...No me ames, porque estoy perdido, porque cambia el mundo, porque es el destino, porque no se puede, somos un espejo y tu así serías lo que yo de mi reflejo

Entre marca y marca, el caballero de sonrisa impecable y mirada seductora volvió a tirar datos. –La enfermedad de mi primo, la que te conté... bueno... no es de mi primo.

...aunque en el futuro haya un muro enorme; yo no tengo miedo, quiero enamorarme.

Luz seguía bailando con total soltura, aunque su cuerpo de doncella hacía añicos un castillo de cristal en su interior. El primo, la enfermedad mortal, la que se contagió en una transfusión de sangre, no lo podía creer.

...no me ames, porque piensas que parezco diferente

Marcos y Luz, los enamorados en silencio durante años. Ahora Luz conocía las razones de posponer siempre para más adelante las cosas, de obsesionarse hasta el cansancio con cada nueva coreografía y cada nuevo show.

Ahora bailaban abrazados. Se desplazaban por la pista trabados con las piernas, los brazos en alto y caminando juntos de forma perfecta. Luz notó como una lágrima cayó sobre el hombro de su compañero, de su amor, de su seductor y aprovechó para decir, entre sollosos, y sobre la voz de la cantante, algunas palabras...

Sabes bien, que no puedo, que es inútil, que siempre te amaré

Y antes de separarse le susurró –Yo con vos me voy a fin del mundo.

El baile estaba llegando a su fin. El público atónito no dejaba de observar como dos corazones desesperados se valían del cuerpo para decirse de todo, y el jurado tomaba nota, mientras ellos planeaban su futuro, en la final del certamen anual de baile.

Luz se permitió un pequeño cambio imprevisto. Terminó la rutina de forma diferente, con su cara justo frente a la de Marcos, quien con los ojos llenos de emociones reflejaba luces, y ahí lo convenció. –Este no será el último baile. Esta noche repetiremos ésta y todas las coreografías los dos solos, al ritmo de los latidos, y que la canción terminé cuando termine, quiero ser tu pareja pero en la vida, no sólo en la pista, y quiero bailar siempre con vos, en la vida, y más allá de la vida también.

La gente se puso de pié. El jugado se mostraba satisfecho. Los aplausos eran ensordecedores, los gritos se solapaban y mientras tanto la canción seguía sonando, y Marcos y Luz, a coro, mirando al público, mientras agradecían, llenos de felicidad, terminaron de cantarla.

Este amor es como el sol que sale tras de la tormenta; como dos cometas en la misma estela.
Tu y yo volaremos uno con el otro y seguiremos siempre juntos.
Quiero alzar el vuelo con tu gran amor por el azul del cielo.

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