Catando cáliz

He aquí un hermoso monumento:
la sangre de Baco, la suciedad y la saciedad de todos.
Tristeza de ladrillos pulidos por el tiempo,
y por las aguas sucias de petróleo y aceite
que se desparraman danzando
como una mosca cautiva bajo la campana de vino.
Vacié el mundo tragando de a sorbos,
sacié mi sed creando huecos en otros.
Duele. Y me pregunto ¿qué tenía dentro?

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