Sol y Luna

Sistema Solar, 25 de mayo de 2002



Querida Luna:

Te escribo para decirte algunas cosas que hace millones de años me guardo y creo que las debemos hablar.

Me comunico con vos por carta porque normalmente nos desencontramos; yo me voy cuando vos llegas y cuando vengo en la mañana ya no te encuentro. Hace tiempo que no tenemos un eclipse juntos, así que este será un buen medio de comunicación.

Un par de veces, cuando me fui del cielo un poco más tarde que de costumbre, pude ver las estrellas y puede verte bien a vos. Y realmente me quedé asombrado de tu luz, de tu brillo... ojalá yo pudiera tenerlo también.

Si supieras Lunita, lo difícil que es ser sol. Uno escucha tantas cosas que realmente termina creyéndose el centro del universo. Pero yo no puedo dejarme llevar por habladurías. Quizá la iglesia tenía razón y yo, como vos, giro alrededor de la tierra.

Me gusta pensar que es así porque entonces crecen las posibilidades de que nos encontremos. Desde que te vi me sentí profundamente atraído a vos. Y quiero confesarte que muchos de los eclipses solo fueron excusas para pasar un momento juntos.

Sé de tu belleza, sé de tu eterno caminar, sé de tu plateada luz sin rayos ultravioletas, sé que sos romántica, incluso sirviendo de musa a otros enamorados. Pero Lunita, es el momento que también vos sientas la inmensidad del amor, enorme como un mar, profundo como el universo, eterno como nuestras vidas.

Luna, quiero que pasemos los próximos millones de años juntos. Creo que podemos ser muy felices. Nos complementaremos muy bien. Puedo abrazarte en las noches de frío, darte la luz necesaria para que siempre seas luna llena, iluminar todo el universo solo para que tu vista conozca los mejores detalles y, por ejemplo, que conozcas el mar de día. Y sé que vos me darás tu frescura, me permitirás jugar con las mareas, serás mi musa inspiradora... seremos la envidia de planetas y estrellas.

Tengo todo arreglado para que vivamos un eclipse permanente. Ya no tendremos que irnos con tristeza, yo apagando mis rayos lentamente, vos saliendo antes de tiempo para prolongar el encuentro. Podremos estar juntos por siempre. Eclipses de sol y eclipses de luna alternativamente. Haremos el amor a plena luz del sol y bajo la luz de la luna.

Nuestras cómplices miradas, nuestros fugaces encuentros, nuestros dos saludos diarios fueron el condimento que hizo crecer esta relación. Lunita, espero te animes a ser la protagonista de la más universal historia de amor.

Te quiero mucho. Nos vemos al amanecer.


Febo.

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Sistema Solar, 26 de mayo de 2002



Querido Solcito:


Tu carta me provoca un cóctel de emociones que intentaré contarte. Nostalgia, sorpresa, miedo, amor, ternura, desilusión, incertidumbre, preocupación.

Febo, por más que modestamente intentes negarlo se sabe que sos el centro del universo. Y yo no tengo luz propia. Solo reflejo la que vos compartís conmigo. Vos, mi Febito, sos quien brilla. ¿Nunca te viste en el espejo? Creo que a tu lado cualquier satélite tendría brillo, creo que a tu lado hasta la más brillante estrella se opacaría.

Cuenta la historia de la mitología griega que una vez los hombres fueron uno, hermafroditas todopoderosos, y que para evitar que desafíen a los dioses se los separó en hombre y mujer. Pero aun sienten la atracción y se vuelven devotos en la búsqueda de su mitad perdida. Yo siempre pienso, desde que conozco a Darwin, que antes del Big Bang, vos y yo éramos uno. Y por eso hoy queremos quebrar el destino de desencuentros que hace siglos nos hace padecer la astronomía.

Me sorprende tu propuesta, aunque no hace más que despertar en mí sentimientos existentes desde hace larga data. Pero hay muchas cosas a tener en cuenta.

Bien sabes, mi querido Sol, que te ocupas, casi sin quererlo, posiblemente sin desearlo, de dar luz al universo. Incluyendo la tierra, el planeta al que circundo. Y yo debo controlar las mareas por las noches. Así fue siempre, aún cuando se creía que la tierra era plana.

¿Qué sucedería si vivimos en permanente eclipse? ¿Sería noche todo el día? ¿Sería un día oscurecido por mí durante las 24 horas? Lo pienso y sé que me encantaría, siempre disfrute mucho los fugaces eclipses... pero, ¿no será el precio a pagar demasiado alto?

Frecuentemente temo por la incomprensión humana y más sabiendo que ellos cada vez cuentan con más poder. Si tardaron millones de años solo para descubrir que la tierra es redonda, si tardaron miles de años para notar que hubo una gran explosión que creó todo, pero solo les tomo unas décadas llegar a mí y hacer experimentos con mi piel como si fuera un conejillo de indias, ¿cómo comprenderán el nuevo fenómeno de eclipse permanente y qué harán al respecto?

Febo, ¿podremos convivir de manera continua en eclipse? ¿Qué sucederá con el espacio de cada uno? Solcito, siento que quedan mil temas por resolver antes de decidir girar tomados de la mano por el universo. Pero deseo con locura que estemos juntos.

Si supieras lo triste que es verte un par de veces al día (cuando no está nublado) y guardar en mi corteza, y sentir muy dentro de mi núcleo mil sentimientos que nunca puedo gritar. Cada tanto exploto generando cráteres en mi superficie que atestiguan que nunca es bueno guardarse las cosas.

Febo, acepto la propuesta. Ansiosa espero el amanecer. Quiero sentirme bajo tus brazos, que me llenes con tu luz, que tu calor ilumine mi camino y sobretodo, saber que esa placentera sensación no se cortará con el efímero y humano paso del tiempo.

Te veo en el próximo, último y eterno eclipse del universo.



Luna

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Ecuador, 30 de agosto de 2005


Querida Gabriela:



Hace ya dos años que no nos vemos, desde que se produjo la mudanza mundial al hemisferio norte. Aún guardo la esperanza de que nos encontremos uno de estos días.

He maldecido mil veces el atardecer o amanecer permanente en que nos hallamos. Demasiado romanticismo para mi corazón que te extraña.

Parece que hubiera sido ayer cuando tomados de la mano mirábamos el eclipse. Y creíamos una bendición su larga duración. El eclipse será tan eterno como nuestro amor, dijimos pensando más en nosotros que en la realidad que se presentaba. Y después, después lo que ya conocemos. Nunca volvió a ser de día, nunca volvió a ser de noche.

Las mareas comenzaron a enloquecer al no reflejar el movimiento continuo de la luna inundando varios continentes. La flora y gran parte de la fauna fue desapareciendo al no recibir como antaño los nutritivos rayos del sol.

¿Qué extraña maldición estaría cayendo sobre la tierra? ¿Sería el apocalipsis? ¿se acerca el día del juicio final? ¿es todo obra de Dios? ¿quizá del Diablo?

Lo cierto es que los pocos sobrevivientes estamos aquí, extrañando tanto la dualidad día-noche, como a los seres que no pudieron acceder a la mudanza. Como vos.

Mi vida, mi amor crece día a día a fuerza de recuerdos, a fuerza de tenerte conmigo permanentemente, en mi mente y en mi corazón. Cuando nos encontremos Gaby, seremos tan eternos como el “gran eclipse”, sin importar el precio que haya que pagar.

Los astrónomos ya encontraron el origen del problema. Una fuerza magnética proveniente de otra galaxia influyó sobre la órbita de la luna y el sol (que nunca fue un astro inmóvil). Dicen que con una fuerza de similar potencia y en sentido contrario aplicada sobre la luna se contrarrestaría en parte la desviación.

Algunos atribuyen el extraño hecho a extraterrestres, otros a cuestiones divinas y no faltan los poetas –siempre tan oportunistas- diciendo que el sol y la luna están juntos por amor.

De todos modos, siempre me gusta creer en ese absurdo. Porque si el sol y la luna, siendo tan distantes, lograron juntarse y así quedarse por siempre, vos y yo podemos también.

Mi amor, te veo en el amanecer para que vivamos juntos en este eclipse eterno.



Luciano

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