Así soy yo

Así me siento, como la brisa que por donde va acaricia suavemente.

Así soy, efímera como el humo del cigarrillo, compañera de cortos viajes como la sombra provocada por el farol que va quedando atrás.

Así vivo, floreciendo y marchitando, tratando de equilibrar esa balanza.

Así ando, buscando en que ojos reflejar mis sonrisas, esas sonrisas inconscientes, resultado del temblor involuntario.

Así me sienten los demás, como la isla hermosa, digna de explorar pero donde no se pueden quedar.

Así me ven los demás, como el sol, disponible para todos pero que sólo algunos se preocupan en disfrutar.

Así entro, a veces lenta, a veces rápidamente. A veces decidida y a veces encubiertamente. A veces rompiendo puertas, a veces rompiendo records. A veces con nervios y otras veces con dulzura.

Así me quedo, a veces en silencio y otras gritando. A veces mirando sin ver y otras viendo sin mirar. A veces corriendo y otras descansando. A veces con miedo, a veces con la sensación de que nada más importa.

Así me voy, a veces de forma paulatina, como el sol abandona el día, o en un segundo, como el rayo ilumina el cielo. Con un sinsabor en los labios o satisfecho después del más delicioso manjar. Con sudor encima y a veces con amor alrededor. Con gritos en la garganta y en el oído. Me voy como nunca otra vez me volveré a ir.

Así me ven, como el colibrí que se nutre de las mejores flores. Como la golondrina que sólo sabe de primaveras. Como el mar que acaricia tanto el arena como el bosque y la roca, y de todos ellos algo tiene.

Así sigo, como el rey Midas, siglo tras siglo, cambiando el nombre de quien toco.

Así ando, como un Dios, recibiendo miles de nombres.

Así debo escapar, como el niño de la oscuridad, para que el presente siga siéndolo y no enterarme que ya soy recuerdo.

Así me recuerdan. Como la efímera luz que mostró lo indeseado. Como el inicio de la vida prohibida. Como la pecaminosa mordida. Como la culpable de los desengaños y también de los engaños. Como la cruel reemplazante del amor inexistente. Como la llama de fuego que da vida y la quita también.

Así ando, llevando en mi mochila solo presente, escapando como un prófugo.

Así seguiré tiñendo de rojo la mirada de quien me reciba, cambiando la vida de quien humedezca sus labios en mí y huyendo después de lo bello, en lo más alto de la ola, en la cresta del éxito.

Así es mi destino, ser imprescindible como el aire antes de ser respirado y luego innecesario como el mismo aire después de pasar por los pulmones.

Así soy y seguiré siendo siempre igual. Pero eso sí, quien respire de mi aliento, quién se anime conmigo, con la pasión, esa persona ya no será la misma.

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